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Mi flaco y su papá son unos pervertidos. Esta vez le acepté el regalo de una lencería al viejo y tuve que aceptarle ir al hotel de Miraflores para que me entierre el payaso. Le gustó mucho que me sentara para disfrutar de su verguita, y realmente cacha mejor que su hijo. Le encanta que gima y que apriete con mi conchita. Yo solo espere que se lechee y que me lleve a comer a un restaurante ficho.