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Nos fuimos a tomar unas chelitas después del fulbito y se nos unieron dos flaquitas bien ricotonas. Me puse a tomar con una de elllas y ya para el tercer vaso me empezó a pedir pinga. Subimos al cuarto de la administradora para un rapidín y allí le metí toda mi pinga sin piedad. Estaba bien rica la cholita y lo mejor es que gritaba y gemía justo como me gusta.